Me volví floja para leer, me cuesta, lo reconozco. No sé si debe estar relacionado con la multitud de libros que, en los últimos años de mi vida, he tenido entre mis manos, mesas y suelos. Libros que, sin duda, me han aportado conocimiento, y satisfacción por ello, pero que poco me han hecho vibrar. No sé si es eso o simplemente pereza de fijar la vista. No sé si es inconstancia. Sin duda lo es.
Esta noche he hecho recuento; llevaba, desde hace dos años, seis libros comenzados. Uno a mitad, tres recién empezados y dos a punto de finalizar. Pero ninguno acabado. Y no porque no me estuviesen gustando. De hecho, ya he finalizado tres de ellos y puedo decir que me han encantado.
Tampoco puedo decir si ha sido el comienzo de este camino y la necesidad de ser plenamente consciente de «dónde me metía» lo que ha provocado en mí un ansia imperiosa de devorar información. O que el vivir más lejos, que la bicicleta no quepa en el ascensor, que dependa de autobuses o que haya perdido mi mp3, haya influido en que no salga de casa sin un libro. La cuestión es que, además de los que he terminado, y aunque me quedan otros tres, he sido capaz de leer, desde el principio y hasta el final, cinco más –entre ellos, El cuenco de laca, de Fernando Schwartz, al que (aunque merecería dos) dedicaré un post más adelante-.
Poco después de empezar esta aventura, por mi cumpleaños, mis «amigos del alma» con los que el abuelo de la luna me unió hace más de quince años, me regalaron, con una dedicatoria que aún me hace emocionar y que vale más de lo que en ninguna subasta de Christie’s se podría llegar a pagar, el libro «Venida de la lluvia. Historia de una adopción internacional» (Barrena S., 2005)
Lo recomiendo, para quienes empiezan, para quienes ya han empezado, para quienes llevan un largo camino recorrido y no ven todavía la meta, y para quienes están a punto de atravesar la línea y, con ella, empezar una nueva vida.
No es un libro pretencioso, no es una guía, no es un manual de adopción, es una historia contada desde la experiencia, personal, íntima, compartida, de años de espera, de un encuentro entre oriente y occidente. Un relato sobre un sueño. Un relato sobre la maternidad.
septiembre 25, 2008 at 7:18 pm
hola, solo queria decirte que me encanta tu blog me meto todos los dias a ver si has escrito algo, sobre todo me gustan las historias, las leyendas, en general todo. El libro que has recomendado lo leere seguro. Yo estoy escribiendo una especie de blog personal o diario no se muy bien como definirlo, no para publicarlo sino para que cuando mi peque sea grande pueda saber por lo que hemos tenido que pasar hasta llegar a él/ella. Te he copiado la historia del hilo rojo y algunas cositas más espero que no te importe. Muchos besos y sigue escribiendo.
septiembre 25, 2008 at 8:19 pm
Hola! estamos compartiendo camino, somos catalanes y estamos desde febrero dando pasitos. Tenemos una hija de CHINA, desde el pasado año. Me atrevo a aconsejarte, si te gusto El cuenco de Laca, el libro de «LA TIERRA DE LOS OLVIDOS» de Duong Thu Huong. Magnifica descripcion del pais de nuestros hijos!!!! Buena suerte !!
septiembre 26, 2008 at 11:48 am
Hola!!
Acabo de llegar a tu blog por casualidad y me ha gustado mucho!!!
Espero que pronto puedas tener a tu precioso vietnamita contigo.
Yo tambien me he leido Venida de la Lluvia, es un libro realmente precioso.
Por cierto, si no te importa te enlazaré en mi blog:
http://elrincondebaobei.blogspot.com
Marta
septiembre 28, 2008 at 10:07 pm
Muchas gracias por vuestros comentarios.
Myu-Marta, al contrario, es un placer y, si no te importa,lo enlazaré yo también. Me ha gustado mucho tu blog, tiene un valor que lo hace especial.
Rosa, si tienes oportunidad leelo, merece la pena. Es genial lo del diario, yo también lo estoy haciendo, seguro que con el tiempo nuestros peques y nosotras lo agradecemos, y gracias por visitar esta «tierra»; visitas como la tuya hace que aumenten las ganas de escribir.
Marivi, enhorabuena por esa familia y por la decisión de ampliarla. Mañana mismo estoy en la librería para coger el libro que comentas. Te deseo también toda la suerte del mundo (y muy poquito tiempo)
¡¡¡Gracias!!!
Un abrazo